jueves, 1 de enero de 2015

En México no hay bidet


Desde el 26 de diciembre está instalado un campamento frente a la Procuraduría General de la República, en el DF, de organizaciones que reclaman la aparición de los normalistas y la liberación de presos políticos. Mientras tanto el Gobierno intenta borrar las huellas de los 43.


México DF. 01/01/2015.

En México no hay bidet. Uno puede ir desde un hotel de mala muerte hasta uno de cinco estrellas y no encontrará ninguno en ningún baño. No es que no los tengan, es que simplemente en México no existen. Por eso debe ser que unos cuantos andan con el culo sucio y quieren fingir que la ausencia de los normalistas no es real. “No están, no existen, están desaparecidos”, decía el genocida argentino Jorge Rafael Videla.

Los padres y los normalistas de Ayotzinapa regresaron a Guerrero la madrugada de este 1º de enero, después de realizar un mitin frente al parque donde se encuentra la residencia presidencial. Entre tanto otro grupo de ellos se reunieron en Chiapas con el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZTL) y recordaron el 21 aniversario del levantamiento en esa región de México.

Pero las protestas y los reclamos por la desaparición de los 42 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Bustos, no desapareció  del DF. Representantes de 100 organizaciones nucleadas en la Asamblea nacional Popular, en la que está incluida el grupo de Ayotzinapa, mantuvieron un acampe frente al edificio de la Procuración General de República (PGR) y ayunaron durante toda la jornada, en adhesión a una huelga de hambre que iniciaron ayer 9 personas que están detenidas por haber participado en movilizaciones y reclamos durante el último tiempo.

La sede de la PGR está en una zona exclusiva de la ciudad, sobre la Avenida de la Reforma, en cuyos laterales grandes y modernos edificios que en su mayoría pertenecen a cadenas de hoteles internacionales, bancos y grandes multimedios.

Esta avenida ha sido escenario de varias de las marchas realizadas en reclamo por la desaparición de los normalistas. A pesar de que hubo muchas pintadas en la zona, el Gobierno se encargó de borrar cada una de ellas, aún aquellas que habían sido realizadas sobre los cercos perimetrales de las obras en construcción y sobre carteles de propaganda. Hay una evidente acción del Gobierno de tratar de que no sea visible el caso o, al menos, que vaya saliendo de escena.




“Definitivamente estamos convencidos que México atraviesa esta profunda esta crisis por culpa del capitalismo. El de Ayotzinapa ha sido el crimen de un Estado burgués, que impone un sistema violento, en lo social y en lo económico, y organiza el poder en contra del pueblo”, dijo este 1º de Año Carlos Esteban Giménez Martínez, militante del Frente Oriente, que es una de las organizaciones que mantiene este plantón indefinido frente a la PGR.

“América Latina va rompiendo con este sistema pero aquí, en México, tenemos un gobierno que sirve a los intereses imperialistas y entrega los recursos naturales y energéticos a transnacionales”, dijo, y acotó que el presidente Enrique Peña Nieto “ha lanzado una campaña de terror y de odios contra los manifestantes. Son cúpulas empresarias, que dicen que se tiene que perseguir a quienes se oponen a este modelo, que no se justifica la movilización y que lo único importante es el flujo de dinero”.



Los presos políticos

El campamento frente a la PGR, cuyo titular Jesús Murillo Karam parece el primer fusible que estallará en un intento por aplacar los ánimos, no solo es en reclamo por la aparición de los 42 normalistas, sino también por la liberación de los presos políticos que están alojados en diferentes cárceles mexicanas.

“Los presos políticos suman cientos y cientos – dijo Giménez Martínez – Desde que asumió Enrique Peña Nieto en diciembre de 2012 esta persecución aumentó. Solo en DF  fueron casi 1.000 personas las detenidas por razones políticas. De ellas 120 fueron sometidas a procesos penales y 50 quedaron detenidas. Hoy hay más de 10 que continúan presos”.

-¿Y de qué se los acusa?

-“A todos se le aplica el mismo machote, que se llama ´ataque a la paz pública`. Es un delito que no se configura en ninguno de los casos. Incluso en muchos de los casos se han tenido que echar para atrás. Por ejemplo, Mario Gonzales y Alejandro Bautista estuvieron más de un año en prisión y después los liberaron, porque no pudieron demostrar su culpabilidad. Son detenciones arbitrarias”.

El militante mencionó un caso puntual: Hace unos meses policías vestidos de civil detuvieron sobre un autobús a dos jóvenes universitarios y los acusaron de tratar de robarles a 10 policías federales armados. Esos dos jóvenes continúan en prisión.

“El destino de nuestro país es ser libre, eso es algo irrenunciable e irreversible”, dijo Giménez Martínez. “El EZLN demostró hace 21 años la forma de lucha. En ese momento no se logro y en este momento, con los 43, quizás no se logre. Pero es parte del proceso de liberación. Las luchas no son aisladas, se van conectando. Estamos convencidos de que este es un proceso de lucha organizada”, dijo.

Por eso no es casual la masacre de los normalistas. Estos jóvenes, formados como docentes en escuelas rurales y que tienen también formación política, son un problema serio para el orden establecido. Por eso el gobierno de Peña Nieto ya ha cerrado 26 escuelas normalistas en el país.



El valor relativo de las elecciones

“Se está analizando seriamente si las elecciones son una forma de lucha o una forma de control”, dijo el joven militante, que fue uno de los oradores en la última movilización de los padres y normalistas en el DF.

La frase tiene fundamentos y tal vez explique el por qué el PRI, partido de derecha que gobierna este país, ostenta un poder hegemónico desde hace años. Como ejemplo basta un hecho que fue noticia después de las últimas elecciones. Centenares de personas se movilizaron en algunos de los estados, reclamando que los triunfadores no les habían pagado los 500 pesos mexicanos prometidos por su voto. Ni siquiera se cuestionó la transparencia de esas elecciones.

“Hay un desprecio total hacia la clase política. Y esto no se queda solo en denuncias. Hay 28 alcaidías en Guerrero que, después de lo ocurrido allí, fueron tomadas por asamblea populares. Así se va construyendo en proceso de liberación. Nuestro pueblo se va a liberar y va a tener gobiernos más democráticos y populares”, dijo Giménez Martínez.



El narco y el poder político

El narcotráfico ha ganado terreno gracias a un Estado corrupto, que deja hacer y se lleva su parte de la ganancia, para sostenerse en el poder. El Estado deja hacer.

Un ejemplo: La mayoría de las empresas de transporte público de pasajeros solo “alquilan” sus unidades a los choferes, que pagan por manejarlas y que deben rendir diariamente un monto fijo y sacan su ganancia de lo que sobra. Esto redunda en que no haya horarios fijos para el usuario y que el chofer se demore en cada parada para cargar la mayor de pasajeros posibles. El Estado no controla ni atiende quejas. Mucho funciona así en México. Desde los miles de vendedores que se ubican en las veredas de todas las ciudades del país, hasta los narcos.

“El pueblo mexicano ya ha derramado mucha sangre. Ya tenemos más de 100 mil muertos. La lucha contra el narcotráfico no es real. Estamos viviendo una guerra de clases y, hasta ahora, la relación de fuerzas es desfavorable”, dijo el militante del Frente Oriente.

“Aquí los medios y la burguesía quieren convencer que el Estado está infiltrado por el narco, pero el narco es parte de este Estado, no es ajeno y no lo está infiltrando, es parte de él. Se organiza y se articula junto a él. En muchos casos el narco se usa como grupo de paramilitares que persiguen a los luchadores sociales. Estado y narcos tienen una íntima organización, trabajan a la par. Por eso sostenemos que la burguesía está atrás de la matanza de Ayotzinapa”.



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