"Ya la clase media ha desaparecido". Bosquejo de la realidad del México actual.
México
DF- 28/12/2014
“Aquí
se está esperando que reviente. Que algo ocurra y que finalmente estalle.
Cuando ocurrió el levantamiento zapatista en Chiapas (enero de 1994) se pensó
que ese era el momento, pero después como que se fue apagando. Ahora, con los
normalistas, se siente lo mismo, pero pareciera que falta algo más”.
A
Sergio Bordón le dicen Malaño, desde que era niño. El apodo se lo puso su
propia familia porque el muchachito solía repetir la frase “mal año” cuando
se justificaba con ella algún tropiezo. Después la frasecita se convirtió en
una palabra y ahora ya casi nadie recuerda que Malaño es Sergio en su DNI.
Es
mendocino, dibujante y artista plástico. Trabajó para casi todos los medios
gráficos mendocinos y desde hace 15 años, cuando vino a México, también lo hizo para
los principales medios de este país. “Me fui (de Argentina) justo antes de que estallara la crisis
de 2001”, cuenta.
Como buen
foráneo que intenta entender a su nuevo terruño, Malaño ha leído, estudiado y
analizado mucho a México. Y hoy quizás sepa más de su extensa y convulsionada historia
que muchos mexicanos.
Tiene
necesidad de contar, de tratar de explicar esta sociedad tan compleja, exótica,
que por momentos hasta parece contradictoria. Una especie de revolucionarios
derrotados y sometidos que, en alguna porción de su espíritu, todavía conservan la
rebeldía y esperan a que algo la despierte.
Mientras
Sergio y su compañera mexicana, Tania Sánchez Rulvalcaba, ofician de guías turísticos,
caminando juntos por el DF, el artista cuenta su vida y SU México.
Tal vez la mejor síntesis sea contar una partecita de la historia del
mendocino en su autoexilio.
Malaño
partió de Mendoza detrás de un amor que fracasó a los 2 meses de haber llegado. “Me quedé
solo y sin un mango”. No quería renunciar ni a su arte ni a su oficio, pero
debía sobrevivir. “Como era universitario (egresado de la UNCuyo) y argentino,
no me querían dar trabajo”. Decían que estaba capacitado por demás pero,
principalmente, temían que Malaño se transformara en líder sindical y alertara
a los otros empleados sobre los derechos que les correspondían. “No soy
peronista, pero cuando salís a otro país te das cuenta de todo lo que generó
Perón, en relación con las clases trabajadoras", dice. Y acota: "Acá son negreros. Te
hacen trabajar de lunes a lunes”.
La
caminata es solo por los sectores más céntricos del DF. Los históricos. Cada 30
metros hay algo para mirar y cada calle es un mundo por descubrir, repleta de
puestos en las veredas, de hombres y mujeres que tienden una manta en la calle
y ofrecen las más variadas mercaderías a precios 70% más baratas que en
cualquier negocio. Pero estos manteros, apenas se acerca algún uniforme, deben
escapar. En segundos, convierten su manta en una gran bolsa y corren, solo
para esperar a que pase la policía, lo que les permitirá volver a instalarse y gritar su
pregón. “¡A $5 las calcetaaaas!”, aturde uno, que ofrece ni más ni menos que medias.
Malaño pasó hambre hasta que vio un aviso que ofrecía un puesto para entregar volantes que
promocionaban el servicio de una bruja, vidente, tarotista y demás servicios
similares. Sandra se llamaba. Fue una buena salida. Era paga segura y además, la
mujer se encariñó con el argentino. Le daba el salario del día y la comida. La bruja
trabajaba mucho. En México, las artes ocultas son moneda corriente. Son parte del
folclore y las creencias, que se mezclan con la religión.
“Un día
me ofreció comprarme un cuadro. Le pedí $10.000. Ella me dio $5.000 y me dijo
que el resto me lo daría en una semana”. Y a los 7 días, cuando Malaño regresó
a buscar su plata, no quedaba nada en el departamento donde vivía Sandra. “En
definitiva, ella me pagó lo que consideró que el cuadro valía. Lo grave fue que
huyó sin pagarle a mucha gente que trabajaba para ella. En el departamento no
quedó nada. Apenas encontré uno de mis lápices”.
El
paseo sigue por el Mercado de la Merced. Allí se venden dulces, esencialmente, frutas conservadas y endulzadas, de las más variadas. Tania compra unos
tamarindos para que pruebe. Son dulces, pero ácidos en el fondo. Sabrosos.
Sobre
la misma avenida hay otros puestos de ropa, calzado, chucherías. Allí,
cuando cae la tarde, también se ubican algunas muchachas que ofrecen sus servicios
sexuales. Van hasta con su familia y
cuando aparece algún cliente, dejan a sus niños al cuidado de alguien que esté por
allí.
Más
allá está el Mercado de Sonora. Es una cuadra completa, llena de puestos que ofrecen los más variados artículos para realizar magia negra o "trabajos" similares. Hasta se ofertan animales, especialmente gallos y cabras,
para hacer sacrificios. Por supuesto que están quienes in situ curan todos
los males existentes con solo algunos pases mágicos. El lugar está repleto de gente
que acude en busca de su felicidad o... el pesar de algún enemigo.
Y más
allá, por la avenida conocida como Eje Central Lázaro el Tata Cárdenas, cuando
ya la luz del sol ha desaparecido casi, los mariachis, cual
limpiavidrios argentinos, se arrojan sobre los autos para ofrecer alguna serenata donde
sea y con cualquier justificación.
Esta
avenida desemboca en la Plaza Garibaldi. Allí otros 20 grupos de mariachis
ofertan serenatas al paso.
Es
imposible descifrar México en un par de días. La ciudad (más de 8 millones y 20
si se suma los alrededores) podría parecerse a Buenos Aires, si no fuera por su cultura tan particular: en ella se fusionan religión, costumbres ancestrales, creencias
esotéricas e historia revolucionaria.
“Ya
casi no hay clase media en México”, dice Malaño. Y eso se nota en las calles.
Malaño y Tania. Guías y compañeros.
ahí encontré tu blog, sigamos la hoja de ruta entonces
ResponderEliminarQue buena apreciación sobre la situación laboral en Argentina. Hasta que uno no recorre un poco el mapa, y adquiere parámetros de comparación, no puede valorar.
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