domingo, 28 de diciembre de 2014

El DF, entre brujas, curas y mariachis


"Ya la clase media ha desaparecido". Bosquejo de la realidad del México actual.


México DF- 28/12/2014
“Aquí se está esperando que reviente. Que algo ocurra y que finalmente estalle. Cuando ocurrió el levantamiento zapatista en Chiapas (enero de 1994) se pensó que ese era el momento, pero después como que se fue apagando. Ahora, con los normalistas, se siente lo mismo, pero pareciera que falta algo más”.
A Sergio Bordón le dicen Malaño, desde que era niño. El apodo se lo puso su propia familia porque el muchachito solía repetir la frase “mal año” cuando se justificaba con ella algún tropiezo. Después la frasecita se convirtió en una palabra y ahora ya casi nadie recuerda que Malaño es Sergio en su DNI.
Es mendocino, dibujante y artista plástico. Trabajó para casi todos los medios gráficos mendocinos y desde hace 15 años, cuando vino a México, también lo hizo para los principales medios de este país. “Me fui (de Argentina) justo antes de que estallara la crisis de 2001”, cuenta.
Como buen foráneo que intenta entender a su nuevo terruño, Malaño ha leído, estudiado y analizado mucho a México. Y hoy quizás sepa más de su extensa y convulsionada historia que muchos mexicanos.
Tiene necesidad de contar, de tratar de explicar esta sociedad tan compleja, exótica, que por momentos hasta parece contradictoria. Una especie de revolucionarios derrotados y sometidos que, en alguna porción de su espíritu, todavía conservan la rebeldía y esperan a que algo la despierte.
Mientras Sergio y su compañera mexicana, Tania Sánchez Rulvalcaba, ofician de guías turísticos, caminando juntos por el DF, el artista cuenta su vida y SU México.
Tal vez la mejor síntesis sea contar una partecita de la historia del mendocino en su autoexilio.
Malaño partió de Mendoza detrás de un amor que fracasó a los 2 meses de haber llegado. “Me quedé solo y sin un mango”. No quería renunciar ni a su arte ni a su oficio, pero debía sobrevivir. “Como era universitario (egresado de la UNCuyo) y argentino, no me querían dar trabajo”. Decían que estaba capacitado por demás pero, principalmente, temían que Malaño se transformara en líder sindical y alertara a los otros empleados sobre los derechos que les correspondían. “No soy peronista, pero cuando salís a otro país te das cuenta de todo lo que generó Perón, en relación con las clases trabajadoras", dice. Y acota: "Acá son negreros. Te hacen trabajar de lunes a lunes”.
La caminata es solo por los sectores más céntricos del DF. Los históricos. Cada 30 metros hay algo para mirar y cada calle es un mundo por descubrir, repleta de puestos en las veredas, de hombres y mujeres que tienden una manta en la calle y ofrecen las más variadas mercaderías a precios 70% más baratas que en cualquier negocio. Pero estos manteros, apenas se acerca algún uniforme, deben escapar. En segundos, convierten su manta en una gran bolsa y corren, solo para esperar a que pase la policía, lo que les permitirá volver a instalarse y gritar su pregón. “¡A $5 las calcetaaaas!”, aturde uno, que ofrece ni más ni menos que medias.
Malaño pasó hambre hasta que vio un aviso que ofrecía un puesto para entregar volantes que promocionaban el servicio de una bruja, vidente, tarotista y demás servicios similares. Sandra se llamaba. Fue una buena salida. Era paga segura y además, la mujer se encariñó con el argentino. Le daba el salario del día y la comida. La bruja trabajaba mucho. En México, las artes ocultas son moneda corriente. Son parte del folclore y las creencias, que se mezclan con la religión.
“Un día me ofreció comprarme un cuadro. Le pedí $10.000. Ella me dio $5.000 y me dijo que el resto me lo daría en una semana”. Y a los 7 días, cuando Malaño regresó a buscar su plata, no quedaba nada en el departamento donde vivía Sandra. “En definitiva, ella me pagó lo que consideró que el cuadro valía. Lo grave fue que huyó sin pagarle a mucha gente que trabajaba para ella. En el departamento no quedó nada. Apenas encontré uno de mis lápices”.
El paseo sigue por el Mercado de la Merced. Allí se venden dulces, esencialmente, frutas conservadas y endulzadas, de las más variadas. Tania compra unos tamarindos para que pruebe. Son dulces, pero ácidos en el fondo. Sabrosos.
Sobre la misma avenida hay otros puestos de ropa, calzado, chucherías. Allí, cuando cae la tarde, también se ubican algunas muchachas que ofrecen sus servicios sexuales. Van  hasta con su familia y cuando aparece algún cliente, dejan a sus niños al cuidado de alguien que esté por allí.
Más allá está el Mercado de Sonora. Es una cuadra completa, llena de puestos que ofrecen los más variados artículos para realizar magia negra o "trabajos" similares. Hasta se ofertan animales, especialmente gallos y cabras, para hacer sacrificios. Por supuesto que están quienes in situ curan todos los males existentes con solo algunos pases mágicos. El lugar está repleto de gente que acude en busca de su felicidad o... el pesar de algún enemigo.
Y más allá, por la avenida conocida como Eje Central Lázaro el Tata Cárdenas, cuando ya la luz del sol ha desaparecido casi, los mariachis, cual limpiavidrios argentinos, se arrojan sobre los autos para ofrecer alguna serenata donde sea y con cualquier justificación.
Esta avenida desemboca en la Plaza Garibaldi. Allí otros 20 grupos de mariachis ofertan serenatas al paso.
Es imposible descifrar México en un par de días. La ciudad (más de 8 millones y 20 si se suma los alrededores) podría parecerse a Buenos Aires, si no fuera por su cultura tan particular: en ella se fusionan religión, costumbres ancestrales, creencias esotéricas e historia revolucionaria.
“Ya casi no hay clase media en México”, dice Malaño. Y eso se nota en las calles.  


 Con Malaño, entre tacos y cervezas

Malaño y Tania. Guías y compañeros.

2 comentarios:

  1. ahí encontré tu blog, sigamos la hoja de ruta entonces

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  2. Que buena apreciación sobre la situación laboral en Argentina. Hasta que uno no recorre un poco el mapa, y adquiere parámetros de comparación, no puede valorar.

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