lunes, 8 de diciembre de 2014

Guerrero,tierra de los normalistas: 14.518 asesinatos en 10 años


En los últimos 10 años ha habido 14.518 asesinatos y la población está sometida a la extorsión, mientras los gobiernos municipales acuerdan con el narcotráfico


Según el registro oficial del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en los últimos 10 años han sido asesinadas en Guerrero 14.518 personas y este número no contempla a los que figuran como desaparecidos, que son otro tanto.
Guerrero es uno de los 31 estados mexicanos, además del Distrito Federal y, como todos, es libre y soberano y poseen una constitución y un congreso propios.
En la provincia de Mendoza entran dos estados de Guerrero juntos (64.281 km²) y aún sobra territorio, pero tiene más del doble de habitantes (unos 3.300.000) y tiene 81 municipios en sus siete regiones. 14.518 asesinatos en 10 años. Es casi como si todos los habitantes del departamento de La Paz hubieran sido asesinados. 
Este estado mexicano es una de las zonas con mayor cantidad de sierras de México y también la de mayor cantidad de lagunas, lagos y ríos de la república. Su clima es entre templado y cálido y la media anual ronda los 22º.
Su capital es Chilpancingo de los Bravo pero la ciudad de mayor densidad poblacional, por lejos, es Acapulco, famosa en el mundo turístico por sus playas bañadas por el Pacífico y que afronta desde hace más de una década una severa crisis, debido a que Guerrero comenzó a ser calificada como muy riesgosa por su violencia y el turismo internacional comenzó a evitar esa zona. La tercera ciudad con más población es Iguala, en donde fueron atacados los normalistas y que tiene unos 120.000 habitantes.
Pero la principal actividad económica de Guerrero no es el turismo, sino la agricultura y su enorme variedad de cultivos y por ende, la mayor parte de su población es campesina.
El estado lleva ese nombre por Vicente Guerrero Saldaña (1782-1831),  un insurgente y caudillo en la etapa de resistencia durante la guerra de la Independencia y segundo Presidente de México y es el único estado mexicano que lleva el nombre de un presidente.
El estado tuvo una época de bonanza entre los 40 y los 50, en parte generado por el desarrollo turismo pero también ayudado por una buena época del país, que algunos denominaron “el milagro mexicano”.
 En los 70 Guerrero ya había perdido su buena estrella y México también. Por eso ese estado fue escenario de varios movimientos opositores al régimen priísta del país.
Fue de la Escuela Normal de Ayotzinapa desde dónde surgieron los líderes, en su mayoría profesores, entre ellos Lucio Cabañas y Genaro Vázquez  (ver en este blog “ A 40 años del asesinato del líder guerrillero de Ayotzinapa”).
Pero el derrumbe de Guerrero comenzó hace poco más de 10 años, cuando los grupos narcos comenzaron a manejar el territorio y a aliarse con el poder político del territorio.
En ese período, según cifras oficiales, 14.518 personas fueron asesinadas, un número similar fueron secuestradas y algunas desaparecidas y unos 4.000 guerrerenses abandonaron la región, acosados por la inseguridad.
El cronista Alejandro Almazán, en el último número de la revista Gatopardo recién salida a la calle, publica el reportaje “Temporada de muertos: Carta desde Guerrero” y la comienza pintando con números un escenario pavoroso. Dice: “Cincuenta por ciento del comercio en Chilpancingo ha cerrado definitivamente. De ellos, el 70 % de los negocios baja la cortina a las siete de la noche. Una docena de casas de cambio han sido clausuradas; tenían dos, tres años limpiando narcodólares. 250 placas de taxi se le otorgaron a los narcos, vía el gobierno del estado. 120 camiones recolectores de basura le pertenecen al crimen. Diez por ciento del costo de la obra es el diezmo que políticos y narcos le exigen a los constructores. 300 familias de dinero salieron huyendo de la ciudad. 300 casas están en venta, y sólo se han vendido dos. 3.500 pesos (un dólar estadounidense equivale a unos 13 pesos mexicanos) es lo que paga el dueño de un bar como cuota semanal. Cinco mil pesos desembolsan semanalmente los ferreteros para que no los secuestren y los dejen trabajar. 50 pesos cobra el crimen por cada cerdo que los tablajeros compran en el rastro. Veinticinco pesos diarios desembolsa cada taxista como cuota. En Iguala, le pueden pedir 20 mil pesos mensuales a un joyero para no molestarlo. Cincuenta por ciento es lo que el narco le quita a un campesino cuando éste recibe los programas sociales o los pagos de su cosecha. Dos pesos cobran los narcos por cada pollo que vendan las pollerías, y 50 centavos por las vísceras (…) Entre los pocos negocios que han prosperado desde que arreció la violencia en Guerrero están los servicios de seguridad privada y los agiotistas. Los primeros le deben su triunfo a los secuestros, a las extorsiones y a los robos. Los segundos viven de las consecuencias: la gente se endeuda para pagar el rescate, para cumplir con la cuota semanal o para marcharse de la ciudad”.

Así es Guerrero. Así está. Así desaparece. 



Escuela Normal Rural Raúl Isidro Bustos

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