En los últimos 10 años ha habido 14.518 asesinatos y la población está sometida a la extorsión, mientras los gobiernos municipales acuerdan con el narcotráfico
Según el
registro oficial del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en los últimos 10
años han sido asesinadas en Guerrero 14.518 personas y este número no contempla
a los que figuran como desaparecidos, que son otro tanto.
Guerrero es uno de
los 31 estados mexicanos, además del Distrito Federal y, como todos, es libre y
soberano y poseen una constitución y un congreso propios.
En la provincia de
Mendoza entran dos estados de Guerrero juntos (64.281 km²) y aún sobra territorio, pero tiene más del
doble de habitantes (unos 3.300.000) y tiene 81 municipios en sus siete regiones. 14.518 asesinatos en 10 años. Es casi como si todos los habitantes del departamento de La Paz hubieran sido asesinados.
Este estado mexicano es una de las zonas con mayor cantidad de sierras de México y también la de mayor cantidad de lagunas, lagos y ríos de la república. Su clima es entre templado y cálido y la media anual ronda los 22º.
Este estado mexicano es una de las zonas con mayor cantidad de sierras de México y también la de mayor cantidad de lagunas, lagos y ríos de la república. Su clima es entre templado y cálido y la media anual ronda los 22º.
Su capital es Chilpancingo de los Bravo pero la ciudad
de mayor densidad poblacional, por lejos, es Acapulco, famosa en el mundo
turístico por sus playas bañadas por el Pacífico y que afronta desde hace más
de una década una severa crisis, debido a que Guerrero comenzó a ser calificada
como muy riesgosa por su violencia y el turismo internacional comenzó a evitar esa
zona. La tercera ciudad con más población es Iguala, en donde fueron atacados
los normalistas y que tiene unos 120.000 habitantes.
Pero la principal actividad económica de
Guerrero no es el turismo, sino la agricultura y
su enorme variedad de cultivos y por ende, la mayor parte de su población es
campesina.
El estado lleva ese nombre
por Vicente Guerrero
Saldaña (1782-1831), un insurgente y caudillo en la etapa de
resistencia durante la guerra de la Independencia y segundo Presidente de México y es el único estado mexicano que lleva el nombre de
un presidente.
El estado tuvo una época de bonanza entre los
40 y los 50, en parte generado por el desarrollo turismo pero también ayudado
por una buena época del país, que algunos denominaron “el milagro mexicano”.
En
los 70 Guerrero ya había perdido su buena estrella y
México también. Por eso ese estado fue escenario de varios movimientos
opositores al régimen priísta del país.
Fue de la Escuela Normal de Ayotzinapa desde
dónde surgieron los líderes, en su mayoría profesores, entre ellos Lucio Cabañas y Genaro Vázquez
(ver en este blog “ A 40 años del asesinato del líder guerrillero de
Ayotzinapa”).
Pero el derrumbe de Guerrero comenzó hace poco
más de 10 años, cuando los grupos narcos comenzaron a manejar el territorio y a
aliarse con el poder político del territorio.
En ese período, según cifras oficiales, 14.518 personas fueron asesinadas, un
número similar fueron secuestradas y algunas desaparecidas y unos 4.000
guerrerenses abandonaron la región, acosados por la inseguridad.
El cronista
Alejandro Almazán, en el último número de la revista Gatopardo recién salida a
la calle, publica el reportaje “Temporada de muertos: Carta desde Guerrero” y
la comienza pintando con números un escenario pavoroso. Dice: “Cincuenta por ciento del comercio en
Chilpancingo ha cerrado definitivamente. De ellos, el 70 % de los negocios
baja la cortina a las siete de la noche. Una docena de casas de cambio han sido
clausuradas; tenían dos, tres años limpiando narcodólares. 250 placas de taxi
se le otorgaron a los narcos, vía el gobierno del estado. 120 camiones
recolectores de basura le pertenecen al crimen. Diez por ciento del costo de la
obra es el diezmo que políticos y narcos le exigen a los constructores. 300
familias de dinero salieron huyendo de la ciudad. 300 casas están en venta, y
sólo se han vendido dos. 3.500 pesos (un dólar estadounidense equivale a unos
13 pesos mexicanos) es lo que paga el dueño de un bar como cuota semanal. Cinco
mil pesos desembolsan semanalmente los ferreteros para que no los secuestren y
los dejen trabajar. 50 pesos cobra el crimen por cada cerdo que los tablajeros
compran en el rastro. Veinticinco pesos diarios desembolsa cada taxista como
cuota. En Iguala, le pueden pedir 20 mil pesos mensuales a un joyero para no
molestarlo. Cincuenta por ciento es lo que el narco le quita a un campesino
cuando éste recibe los programas sociales o los pagos de su cosecha. Dos pesos
cobran los narcos por cada pollo que vendan las pollerías, y 50 centavos por
las vísceras (…) Entre los pocos negocios que han prosperado desde que arreció
la violencia en Guerrero están los servicios de seguridad privada y los
agiotistas. Los primeros le deben su triunfo a los secuestros, a las
extorsiones y a los robos. Los segundos viven de las consecuencias: la gente se
endeuda para pagar el rescate, para cumplir con la cuota semanal o para
marcharse de la ciudad”.
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