Por Jorge Salum
"Me hubiese gustado ser corresponsal de guerra". La primera vez que Enrique Pfaab me confesó ese sueño fue en su casa, en Palmira, con una botella de buen malbec y en medio de una larga y probablemente inútil conversación sobre nuestros sueños como cronistas. Pasaron dos años hasta que la repitió, esta vez de la manera impersonal que supone hacerlo en un chat de Facebook. Fue hace un par de semanas, cuando él ya estaba embarcado de lleno en su proyecto-aventura de viajar a México para sumergirse en la historia de los estudiantes del estado de Guerrero secuestrados y presuntamente asesinados por mafias vinculadas al narcotráfico.